
Agresividad
Es una manifestación externa de hostilidad, odio o furor que está dirigida contra sí mismo como contra los demás. Los impulsos crueles y agresivos son perversiones y van unidos al placer y la satisfacción. La palabra agresividad proviene Del latín agressio, ataque, actitud de atacar.
Patrón persistente irrepetitivo de conducta en el que destaca la violación de los derechos de los demás o reglas o normas sociales adecuada a su edad.
Es una manifestación externa de hospitalidad, odio o furor que puede estar dirigida como contra, así mismo como contra los demás. Según A. Bandura, el niño aprende los comportamientos agresivos por imitación de: modelos agresivos, mediante un aprendizaje vicario, (identificación especial de las figuras paternas). También se debe al exceso de castigo físico.
Se manifiesta expresando la impotencia de agresión externa: Rabietas como forma análoga de oposición a la autoridad materna y en relación a veces con la adquisición de hábitos, á partir de los 4 años las razones mas frecuentes de excitación son las dificultades propias de la relación
social.
“Paletas”: Descarga afectiva-motriz directa de los momentos caóticos que vive el niño pequeño, en cuyo caso tendría a desaparecer; como síntoma cuando el niño disponga de otros medios de descargas como el lenguaje.
Trastorno disocial desafiante y oposicionista
Este tipo de trastorno disocial es característico de niños con edades por debajo de los 9 ó 10 años. Viene definido por la presencia de un comportamiento marcadamente desafiante, desobedientes y provocador y la ausencia de otros actos disóciales o agresivos más graves que violen la ley y los derechos de los demás. El trastorno requiere que se satisfagan las pautas generales de un comportamiento malicioso o travieso grave no es en sí mismo suficiente para el diagnóstico.
Muchos autores consideran que las formas de comportamiento de tipo oposicionista desafiante representan una forma menos grave de trastorno disocial, mas bien que un tipo cualitativamente distinto. No hay datos experimentales sobre si la diferencia es cuantitativa o cualitativa. Sin embargo, los hallazgos actuales sugieren que si se tratara de un trastorno distinto, lo sería principal o únicamente en los niños más pequeños. Se debe utilizar esta categoría con cautela, sobre todo con los niños de mayor edad. Los trastornos disóciales clínicamente significativos en los niños mayores suelen acompañarse de un comportamiento disocial o agresivo que van más allá del desafío, la desobediencia o la subversión, aunque con frecuencia suele precederse de por un trastorno disocial oposicionista en edades más tempranas. Esta categoría se incluye para hacerse eco de la práctica diagnóstica habitual y facilitar la clasificación de los trastornos que aparecen en los niños pequeños.
El rasgo esencial de este trastorno es una forma de comportamiento persistentemente negativista, hostil, desafiante, provocadora y subversiva que está claramente fuera de los límites normales de comportamiento de los niños de la misma edad y contexto sociocultural y que no incluye las violaciones más importantes de los derechos ajenos que se reflejan en el comportamiento agresivo y disocial especificado para las categorías de trastornos disóciales Los niños con este trastorno tienden frecuentemente a oponerse activamente a las peticiones o reglas de los adultos y a molestar deliberadamente a otras personas. Suelen tender a sentirse enojados, resentidos y fácilmente irritados por aquellas personas que les culpan por sus propios errores o dificultades.
Generalmente tienen una baja tolerancia a la frustración y pierden el control fácilmente. Lo más característico es que sus desafíos sean en forma de provocaciones, que dan lugar a enfrentamientos. Por lo general se comportan con niveles excesivos de grosería, falta de colaboración y resistencia a la autoridad.
Este tipo de comportamiento suele ser más evidente en el contacto con los adultos o compañeros que el niño conoce bien y los síntomas del trastorno pueden no ponerse de manifiesto durante una entrevista clínica.
La diferencia clave con otros tipos de trastornos disóciales es la ausencia de violación de las leyes o de los derechos fundamentales de los demás, tales como el robo, la crueldad, la intimidación, el ataque o la destrucción.
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